jueves

7: SIETE PUENTES

(I)
La novela más famosa sobre viajes en el tiempo es de Herbert G. Wells, el mismo que escribió "La guerra de los mundos" y "El hombre invisible". Se titula "La máquina del tiempo", aunque a su versión cinematográfica, me refiero a la de 1960, le pusieron por título "El mundo en sus manos".
El aspecto de dicha máquina, visto con ojos del siglo XXI, es tan inocente y tan ingenuo que ni siquiera nos mueve a risa.


Para ir al futuro se debía empujar una palanca hacia adelante, y tirando de ella hacia uno mismo se viajaba al pasado, tanto más deprisa cuanto más rápido giraba esa especie de paraguas parabólico que el viajero tiene a su espalda. Por supuesto, el diseño no incluía algo tan básico como que la "cabina" estuviese cerrada.
Y la versión del año 2002 no arregla ese detalle. Lo cual es de agradecer, ya que moderniza un poco el diseño de 1960 pero respetando, al menos en parte, la descripción que aparece en el libro, con su sillón de peluquería prehistórica.


Wells escribió su novela en 1884, de modo que podemos perdonarle fácilmente el nivel técnico de su máquina, pero lo cierto es que el propio Asimov, padre indiscutido e indiscutible de la ciencia ficción moderna, también dotó a su máquina del tiempo de una palanca. En su novela de 1955 "El fin de la eternidad" (que sin duda merece leerse, aunque sólo sea porque la trama contiene dos giros completamente inesperados, que transforman una novela cuya primera mitad parece muy simplona en una novela que da mucho que pensar), describe las cabinas que viajan a lo largo del tiempo como esferas con un asiento circular en el que podían acomodarse varias personas a la vez, una de las cuales envía la cápsula al futuro o al pasado según empuje una palanca a izquierdas o a derechas. Por si fuera poco, la indicación del siglo al que van corre a cargo de una aguja que gira sobre un dial numerado.

En realidad, antes de criticar por esto al autor hay que pensárselo dos veces. A mitad de novela, por ejemplo, Asimov describe un artilugio grabador que es casi una memoria flash de las que llevan en su interior nuestros modernos teléfonos móviles, lo cual no tiene poco mérito escribiendo en 1955.

No hay que criticar demasiado a estos autores porque, inevitablemente, son hijos de su ambiente cultural. Así, la novela que nos plantea Asimov es muy interesante, ya lo creo que sí, pero no deja de ser chocante que aparezcan en ella humanos de dentro de diez mil años que siguen usando elementos tecnológicos propios de 1955, como los coches de gasolina o los documentos microfilmados.

En mi novela es muy posible que ocurra algo parecido.
La máquina del tiempo que describo en SIETE PUENTES, con toda certeza parecerá ridícula dentro cuatro o cinco décadas. Lo cual me preocupa muy poco porque, ¿quién va a leerme dentro de cinco décadas?


(II)
El cine nos ha proporcionado material abundante para imaginar viajes en el tiempo. Podría citar "El final de la cuenta atrás" o "Terminator".
Pero ahora quiero acordarme del maravilloso diseño de máquina del tiempo que aparece en REGRESO AL FUTURO. ¿Podrá haber una máquina del tiempo más bonita que esta?
¡¡Lo dudo mucho!!


(III)
Si nos centramos en SIETE PUENTES, hablamos de una novela con un planteamiento verdaderamente extraño: la tarea que le encargan a un detective del siglo XXIII es evitar el asesinato de tres matemáticos del siglo XX. No parece una tarea fácil. ¿Conseguirá llevarla a cabo?

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