En la entrada "LA JAULA DE LOS MONOS", ya expliqué la honda impresión que me causó leer, con apenas dieciocho años, la biografía de Hitler que escribió el historiador Allan Bullock.
Luego he leído otros muchos libros relacionados con Hitler... como el que se aficiona a las comidas picantes y cada vez necesita recetas más potentes...
Citaré, como ejemplo, la biografía de Himmler, con sus más de mil páginas, escrita por Peter Padfield... o las memorias de Albert Speer... o el demoledor informe del periodista Richard Rhodes, publicado con el título "Amos de la muerte".
Tras haber leído cientos de libros centrados en la Alemania nazi, tuve que rendirme a una inesperada evidencia: era imposible que todos tuviesen razón.
En un libro me encuentro con que Hitler era un vegetariano de lo más estricto, que no probaba una gota de alcohol y que odiaba a muerte el olor del tabaco y en otro me cuentan que tras la ocupación de Checoslovaquia, Hitler, cómodamente instalado en el mejor hotel de Praga, celebró el éxito de la operación cenando jamón, bebiéndose dos jarras de cerveza y fumándose un puro.
Un libro me informa de que las tropas soviéticas, tras ocupar Berlín y tras localizar el búnker de la Cancillería, encontraron el cadáver de Hitler semienterrado en el patio junto al cadáver de una mujer y que ambos estaban parcialmente carbonizados. Otro me informa de que el cadáver de Hitler fue encontrado junto a la puerta de la cocina, vestido con ropa que parecía de camarero y con un disparo en la frente.
En un libro dan por bueno que Hitler acometía los proyectos militares con mentalidad de ingeniero, fiándose únicamente de los datos, de las cifras, de las mediciones, de los cálculos... y en otro que no emprendía proyecto alguno sin comprobar antes la idoneidad astrológica de la fecha elegida, sin comprobar que las fases lunares y las posiciones de los planetas augurasen el éxito.
En un libro leo que los alemanes no dedicaron ni medio segundo a la tecnología nuclear (o atómica) y en otro leo que en 1943 ya tenían un reactor de uranio funcionando y estaban trabajando en los planos de un submarino enteramente eléctrico que pudiese funcionar con ese reactor en sus entrañas.
En un libro leo que Hitler y Eva Braun se conocieron en 1940 y en otro leo que ya eran pareja en 1928. En uno leo que Hitler sobrevivió al atentado de 1944 y en otro leo que murió y fue sustituido por un doble. En uno leo que no había nadie que se le pareciese lo suficiente como para ser su doble y sustituirlo y en otro leo que llegó a tener más de diez dobles y que tres de ellos se le parecían hasta el más mínimo detalle: corpulencia, rasgos, voz, gestos...
¡Todos no pueden tener razón!
En primer lugar, elaboré una lista de incongruencias. En segundo lugar, busqué periódicos de la época. En tercer lugar, vi un montón de documentales. Y, al final, hice lo que hago siempre cuando un asunto me agobia y me obsesiona: lo convierto en una novela.
Esta vez, el proceso de transmutación alquímica (la obsesión se transmuta en novela como el hierro se transmutaba en oro) ha sido muy lento. Lo ha sido porque he tardado mucho (años, décadas) en encontrar "la voz del narrador".
Tenía en mente la historia que quería narrar, pero no encontraba al personaje adecuado para narrarla.
Pensé en inventarme unas "Memorias de Bormann" y que alguien las encontrase accidentalmente en el transcurso de unas obras.
Pensé en la posibilidad de que la novela estuviera escrita en primera persona y "la voz narradora" fuese la del propio Hitler.
Pensé en la posibilidad de que "la voz narradora" fuese Eva Braun.
Escribí muchos borradores que acabaron en la papelera...
Y un día, mientras pensaba en otros asuntos, mi subconsciente me recordó algo que dice Joseph Goebbels en sus memorias: "Aunque no le hacían otra cosa que no fuese verdura hervida, sopas vegetales y pasta hervida con salsa de tomate, Hitler no escatimaba elogios para sus cocineras. Hoy estaba todo riquísimo, solía decirles. Y cuando hacían pasteles, Hitler aplaudía como un chiquillo."
Una cocinera... y la bombilla se encendió dentro de mi cabeza... y escribí "LOS BIENAVENTURADOS" de tirón, en un trimestre.
¿Te animas a leerla?
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