Vayamos por partes.
El germen del que salió esta novela hay que buscarlo en la asignatura Ciencias para el Mundo Contemporáneo: al tratar el tema de la clonación, el libro exponía como ejemplo de clonación con máxima dificultad la que estaba intentando el equipo del doctor Iritani, que pretendía devolver la vida al mamut siberiano a partir de restos que llevan congelados varios siglos.
Estuvimos un buen rato hablando del asunto. Otros temas hay que explicarlos en plan conferencia pero no es el caso: siempre hay alguien que defiende la tesis de que "clonar bichos muertos no sirve para nada" y siempre hay quien confiesa que le encantaría clonar a su perro; con eso basta para encender la chispa del debate.
Cuando ya dábamos el tema por cerrado, un alumno preguntó "Y si me congelan a mí, ¿dentro de mil años podrían clonarme?". "Sí" - le contestó otro alumno - "pero tú seguirías siendo el congelado; no la copia". "Buena matización", dije yo.
Como muy bien explica Stephen King en su libro "Mientras escribo", todas las novelas empiezan con un "¿Y si...?"
- La pregunta "¿Y si hubiese una familia de vampiros durmiendo en el sótano de una casa abandonada...?" se convierte en EL MISTERIO DE SALEMS LOT.
- La pregunta "¿Y si cavando en mi huerto encontrase enterrada una extraña máquina...?" se transforma en TOMMYNOCKERS.
- De la pregunta "¿Y si al darme un golpe en la cabeza veo lo que va a pasar dentro de un año...?" acaba saliendo LA ZONA OSCURA.
Yo me fui a casa con la pregunta "¿Y si congelarse no fuese la mejor opción para revivir dentro de mil años...?"
Y de esa pregunta, al cabo de veinte meses y después de que mi asesora principal leyese el primer borrador y me hiciese caer en la cuenta de que había que cambiar un par de cosas, acabó saliendo "Horus".
La presenté al "Premio UPC 2012 de novela corta de ciencia ficción" y me llevé la gran alegría de que el jurado me concediese una Mención Especial, como ya había ocurrido en 2004 con LAS LUNAS INVISIBLES. La gran decepción fue ir a la entrega de premios y enterarme de que las menciones especiales ya no las publicaba Ediciones B. Desde 1991 se venía publicando un recopilatorio anual con las novelas mencionadas por el jurado pero... "Ya se sabe, hay que recortar gastos, son cosas de la crisis...", dijo alguien.
Podría haberme limitado a poner mala cara en la barra de cualquier bar y haberme bebido seiscientas jarras, a ver si así diluía la mala hostia; pero el ajedrecista que habita en mi interior dijo algo así como "Si la posición coge mala pinta, moviliza las Torres". Sí, hay que movilizar las Torres... hay que darle a la posición un cambio drástico, un vuelco... hay que ponerlo todo patas arriba.
Hagamos un paréntesis maya...
Los mayas utilizaban un calendario muy distinto al nuestro (y bastante más sensato que el nuestro).
Sus fechas tienen este aspecto 12.17.2.6.15 7Men 3Kayab
Las primeras cifras nos dicen que los días transcurridos desde que el calendario maya empezó a contar han sido 12x144.000+17x7.200+2x360+6x20+15.1=1.851.255.
Llevar un conteo perpetuo hace que los días transcurridos entre dos fechas cualesquiera se calculen con una simple resta. Nuestro calendario no permite resolver con una simple resta la pregunta "Albert Einstein nació el 14-Marzo-1879 y falleció el 18-Abril-1955, ¿cuántos días vivió?"
La segunda parte de la fecha nos dice lo siguiente:
- (7Men) Fecha de hoy en el Tolzkin, calendario religioso y ceremonial de 260 días con nombre propio. Cada día forma su nombre con un número del 1 al 13 y un nombre - por orden - de entre estos 20 (Imix, Ik, Akbal, Kan, Chikchan, Kimi, Manik, Lamat, Muluk, Ok, Chuen, Eb, Ben, Ix, Men, Kib, Kaban, Etznab, Kayak, Ajau). No hay que pensar en meses como los nuestros.
Si Imix fuese un mes, tras 1Imix vendrían 2Imix, 3Imix, 4Imix...
¡NO ES ESO!
Tras 1Imix viene 2Ik, 3Akbal, 4Kan.... ....13Ben, 1Ix, 2Men, 4Kib...
De modo que la fecha en el calendario religioso no volverá a coincidir hasta dentro de 260 días.
- (3Kayab) Fecha de hoy en el Haab, calendario ordinario, civil y agrícola de 365 días, repartidos en 18 "meses" de 20 días numerados del 0 al 19, más un "mes" de sólo 5 días, dedicado a la reflexión personal y a la renovación de cargos públicos. Estos "meses" sí que se parecen a los nuestros: tras el 3Kayab vendrán 4Kayab, 5Kayab, 6Kayab...
De modo que la fecha en el calendario civil no volverá a coincidir hasta dentro de 365 días.
Y con este paréntesis maya, ¿adónde vamos a parar?
A una idea muy sencilla y muy interesante.
Supongamos que naciste el primer día del diglo XXI, el 1-1-2001 (espero que nadie siga pensando que el primer día del siglo XXI fue el 1-1-2000, querría decir que sigue sin enterarse de que no hubo año 0; tras el 1 antes de Cristo viene el 1 después de Cristo... ¡¡Ah!! Que te pensabas que nuestro calendario carece de error, es infalible, es perfecto, es mejor que el de los mayas... ¡El nuestro es una chapuza! ).
Ese día, en el calendario religioso maya era 13Lamat y en el calendario civil era 11Kankin.
Cuando cumplas 260 días volverá a ser 13Lamat, pero no será 11Kankin.
Cuando cumplas 365 días volverá a ser 11Kankin, pero no será 13Lamat.
Si calculamos el mínimo común múltiplo (factores comunes y no comunes con el mayor exponente) de 260 y 365 tendremos
260=2x130=2x2x65=2x2x5x13=22x5x13
mcm= 22x5x13x73=18.980.
La fecha de tu nacimiento volverá a coincidir en ambos calendarios dentro de 18.980 días; o sea, cuando cumplas 52 ciclos de 365 días, que por supuesto no coincide con tu 52º cumpleaños en el calendario occidental porque nosotros hemos inventado cosas absurdas como el año bisiesto y el mes de 28 días. Pero cae cerca. Y se puede calcular. El año solar dura 365'24 días en lugar de 365, con lo que tenemos un desfase de 0'24 días por año. La aproximación 52x0'24 nos da 12'48 días de desfase acumulado. O sea que los 52 ciclos se cumplen doce o trece días antes de tu 52º cumpleaños según hayas visto en tu vida número par o impar de bisiestos.
De donde se deduce que para los mayas - durante siglos, su esperanza de vida fue inferior a esa cifra - cumplir 52 años no era cualquier cosa. Era el fin de un ciclo y el inicio de otro. Era el momento apropiado para darle a tu vida un cambio brusco, para darle un vuelco, para ponerlo todo patas arriba... para movilizar las Torres.
Mucha gente percibe de forma inconsciente este reinicio de ciclo. Mucha gente, alrededor de los 52 años, siente que necesita reiniciarse, resetearse, renovarse; que necesita cambiar de casa, de ciudad, de trabajo, de aficiones, de pareja... Las estadísticas me dan la razón: hay un pico de divorcios poco después de los 50.
Yo no estoy por la labor de divorciarme de mi asesora principal; pero sí de los editores.
Durante 2014 cumplo 52. Es el año correcto. Los editores no van a recibir más propuestas de mi parte. Yo no voy a recibir más cartas suyas; no voy a oír más veces eso de "Deja que pasen seis meses a ver cómo me van entonces las cuentas".
Se acabó.
Fin de ciclo.
Me doy de alta en Amazon. Y me edito yo.
La decisión la tomé por culpa de Horus. O por culpa de Ediciones B. O por culpa de los mayas.
En todo caso, había que darle un vuelco al tablero.
Ah, casi se me olvida...
"¿Y si congelarse no fuese la mejor opción para revivir dentro de mil años...?"
La pregunta me anduvo revoloteando durante meses.
Si siempre he tenido a las momias egipcias entre mis temas obsesivos, ¿cómo iba a librarme de esa pregunta?
Había una novela en ese interrogante... sí, claro que la había... pero no acababa de verla... sólo veía piezas sueltas... congelación, momificación... ni siquiera parecían piezas del mismo puzzle.
Hasta que un día, por pura curiosidad matemática, me puse a estudiar el calendario maya.
Y todas las piezas encajaron de golpe.
HORUS, la novela con el final más sorprendente de las últimas XX dinastías.
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