miércoles

1: Las seis peores

Estoy dudando.

Me gustan tantas películas que no sé si es buena idea que yo escriba un blog sobre cine. No sé ni por dónde empezar.
No sé si estrenarme hablando de ALIEN, de TERMINATOR, de la vejez de Johnny Weissmuller... Tal vez sería buena idea empezar intentando algún tipo de aproximación racional al miedo insuperable que me produce EL RESPLANDOR, o destacando los méritos del casi olvidado Frank Capra.
O dedicar la primera entrada a los aspectos técnicos de APOCALYPTO...

No sé. Me lo estoy pensando.

Igual me da un tsunami cerebral y empiezo por hablar de Harry Potter: la escena de la tía gorda que echa a volar es casi insuperable.


Lo único que podría hacerla aún mejor es que de la casa de enfrente saliese Clint Eastwood y la bajase de un balazo.

"Deje de volar, señora"

No sé, no sé...
Me gustan tantas películas que no sé por cuál empezar...

Tengo una idea: voy a empezar por puntualizar cuáles NO me gustan.
Así, quien esté leyendo esta entrada tiene un buen dato para saber si quiere leer las que escriba después.

Antes que nada, una aclaración: hay mierdas tan mierdas que no son ni buenas ni malas; simplemente son mierda.
No son cine. No merecen ningún comentario. Por ejemplo:


Pero hay películas que sí son cine y a mí me parecen espantosas. Las películas más horrorosamente malísimas de la historia del cine son, para mi gusto personal e intransferible y sin ganas de discutir con nadie, estas seis:







La dos de Lara Croft están llenas de cargadores eternos, de esos que llevan dos mil balas y no sabe fabricar ni Batman. O sea, dos chapuzas. Dos chapuzas rebosantes de violencia totalmente gratuita, sin razón de ser, sin fundamento, sin sentido, sin credibilidad. Una chapuza que no sé si toca fondo o techo con la escenita de la "carrera en moto". ¿Y qué decir de la escena del tiburón? Pues que no se la traga ni el Pájaro Loco. No sigo, que me enciendo.

La reencarnación de aquella bruja de los sesenta que lanzaba hechizos moviendo la nariz, pretende ser graciosa y es patética. En algunas escenas, casi salva la película el buen hacer de Nicole Kidman, a quien no voy a descubrir a estas alturas. Pero el guión no es más que un vómito.

La tontería del reloj amarillo es una sucesión de imágenes inconexas; como un mal sueño con la barriga llena de fabada. Ni la presencia de Nicole Kidman puede salvar este engendro.

La versión cinematográfica de "La historia interminable" (M. Ende) es una plusmarca mundial. Muchas películas son irrespetuosas con el libro en el que se basan (la 5ª de Potter, por ejemplo), pero ésta lo es hasta límites bochornosos. Si al director le quedase una chispa de decencia se haría monje cartujo y se pasaría el resto de su vida pidiendo misericordia.

Hancock es tan rematadamente mala que me dejó medio muerto en la butaca y tuvo que venir a reanimarme el acomodador.

Ya estáis avisados.


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